Jubilarse joven y vivir mejor
En muchos países, entre ellos España, los trabajadores ven cómo se aleja cada vez más el horizonte legal para dejar de trabajar y jubilarse, ese día en el que podrán retirarse con una pensión con la que vivir el resto de sus días, aunque esto último, tal y como están las cosas, está por ver.
Pero hay gente que quiere que ese día llegue cuanto antes, que no quiere pasarse el resto de su vida trabajando, cuya voluntad es retirase pronto, y que no deposita sus esperanzas en tener suerte en la lotería o en ser herederos de un jugoso testamento.
Conseguir, gracias al ahorro, un nivel de ingresos pasivos –aquellos que no provienen directamente de nuestro salario – que permita vivir el resto de la vida sin tener que trabajar, y retirarse cuando aún se está en la flor de la vida, para dedicarse a lo que cada cual desee.
Se trata de todo un estilo de vida colindante con muchas otras tendencias actuales como el trueque, el reciclaje, el rechazo del consumismo y la opción por utilizar productos de segunda mano.
Como suele ser habitual, el FIRE es un movimiento que bebe de otros que creen que la calidad de vida consiste más en tener tiempo para uno mismo que en disponer de una gran capacidad de consumo.
Mucha gente siente que no puede seguir el ritmo productivista que marca la sociedad y trata de liberarse de las exigencias del mundo laboral, para recuperar tiempo para otras cosas”.
La famosa rueda del hámster, concepto que usan a menudo las personas que participan de esta corriente, cuyos principios se divulgan en internet en blogs que explican su filosofía y sus métodos para lograr la meta final.
Uno de ellos es Guillem –que prefiere no revelar su apellido–, un microbiólogo que a sus 26 años espera poder dejar de trabajar “en una horquilla que va de los 38 a los 43 años”.
“La sociedad quema a las personas sobreexigiéndolas a partir de su necesidad de consumir, y hace que muchas terminen descolocadas”, añade Sáez.
En primer lugar –y simplificando–, para poder alcanzar la independencia financiera lo más rápido posible, primero hay que determinar la cantidad de dinero anual que necesitamos para vivir, a la que habrá que añadir la inflación, y multiplicarla por los años que nos quedan por vivir, básicamente el resultado de restar nuestra edad a nuestra esperanza de vida.
Para Guillem, la clave está en “vivir teniendo en cuenta tu nivel de gastos, no hacer que tu vida dependa de tu nivel de ingresos”, y “en hacer un presupuesto que nos ayude a controlar el gasto, con alguna app para que sea más fácil”.
Para Esmeralda Gómez, la clave está igualmente en el ahorro, pero también en “la motivación y en focalizarse”, y lamenta “que en España la mitad de las personas no ahorren nada o tengan una capacidad de ahorro muy limitada, y eso sí que es algo que cualquiera se puede plantear”.
Por su parte, Guillem opina que “los caprichos también forman parte de la vida”, y aunque “todo aquello que no proporciona felicidad es prescindible”, si las renuncias son muy severas, puede producir estados de ánimo que al final lleven a abandonar los buenos propósitos.
Por su parte, Esmeralda matiza esta apreciación y explica que, “si eres un mileurista toda la vida, evidentemente es muy complicado, pero tampoco se puede establecer un umbral de ingresos a partir del cual alguien se pueda plantear la libertad financiera.
A lo mejor alguien que gana 3.000 euros mensuales tiene más gastos fijos que alguien que gana 1.500 euros, y por tanto necesitará generar muchos más ingresos pasivos y le costará más”.
Desde vivir en una localidad en la que la vivienda sea más barata y reducir el gasto en ocio –que es lo que hizo Guillem– hasta optar por el patinete o el transporte público para los desplazamientos –que es lo que hace Esmeralda Gómez–.
La norma común es dedicar la mayor parte del sueldo a los gastos y otra parte ahorrarla para dedicarla a la inversión, para acumular un capital que sea superior a la suma de los gastos de los años que nos quedan por vivir, o bien cuyo rendimiento mensual sea superior a nuestros gastos mensuales.
Con las inversiones la idea es conseguir ingresos pasivos y automáticos, o lo que es lo mismo, aportaciones económicas que no dependan del sueldo, y que se produzcan con la menor intervención posible por nuestra parte.
De nuevo, la panoplia de cosas en las que se invierte es de lo más variada, pero, además de los clásicos –el mercado bursátil y el inmobiliario–, es muy frecuente la inversión en fondos indexados.
La creación de algún tipo de negocio en línea es habitual y, para algunos seguidores del FIRE que tienen blogs, estos suelen ser una fuente extra de ingresos.
“Son alternativos y en cierta manera antisistema, pero sobre todo FIRE es una estrategia de ciclo de vida para reducir el tiempo de permanencia en el mercado laboral, en un momento en que el sistema obliga a los trabajadores a permanecer activos durante más tiempo.